10 Años de Stringsfield

Diez años- ¿Te imaginas?

Imagínate que tocas la guitarra, a veces tienes una banda, haces conciertos de vez en cuando. Te gusta la música, te gusta tocar.

Imagínate que hay una gran crisis económica, como la de 2008, y te quedas sin trabajo.

Imagínate que buscas trabajo, de lo que sea, pero nada, no hay manera. Y pasan meses, incluso años, y no hay suerte. Dejas de salir de noche porque no tienes dinero, cambias de vida, te deprimes, te enfadas, piensas en la mala suerte, en por qué a ti.

Imagínate que un día se te cruza por la cabeza montar una tienda de cuerdas de guitarra. Es una locura, lo comentas a los más cercanos y te dicen que es muy arriesgado, muy específico, que no funcionará, pero tú sigues imaginándotelo. Qué cosas tan locas imaginas.

Imagina que un familiar o un buen amigo te deja algo de pasta, nada, lo justo para pagar la pintura del local, y los gastos de notaría. Y con eso y muebles viejos que vas encontrando montas una estantería y compras unas pocas cuerdas.

Imagínate que inauguras la tienda, y van diez personas, diez amigos. Qué guay, ya has arrancado. Y te pones a currar, y un día viene un cliente, y se compra unas cuerdas. Qué pasada. Ya no estás deprimido, estás eufórico, sigues sin salir de noche pero ya no te importa porque tu proyecto marcha.

Imagínate que empieza a venir gente a comprar cuerdas, cada vez más, y vendes por internet, y como vendes, pues compras más cuerdas. Imagínate el día que compras una guitarra para vender. Una sola guitarra. Es simbólico, pero ya tienes guitarras, no te lo crees.

Imagínate que lo pasas fatal, porque sigues sin salario, estás empezando, aún vives de las ayudas de tu familia y amigos, pero la cosa marcha. Imagínate que te tiras así meses, incluso años, pero esta vez las cosas van bien y cada vez vendes más. A veces crees que estás atascado, pero no, luego vendes un montón de cuerdas y se te pasa.

Imagínate que sigues vendiendo cuerdas, y compras más cuerdas, y compras más cosas, y vendes la guitarra y compras más guitarras, y amplis, y tienes que mudarte porque ya no te caben tantas cuerdas de guitarra, ni guitarras ni pedales ni de nada, estás a tope, hay que ampliar.

Imagínate que tienes la tienda llena de guitarras, de cuerdas, de pedales, de cables… de cosas que te gustan. Ya casi lo tienes. Viene mucha gente, ya te conocen por ahí. Lo sigues pasando mal, pero sigues creciendo.

Imagínate el día en el que eres autosuficiente y ya puedes vivir de tu trabajo. Y pagar las facturas, y la hipoteca. Vives con austeridad, pero ya va la cosa.

Imagínate que las marcas llaman a tu puerta, les caes bien, te hacen propuestas. Y le das mil vueltas, algunas las aceptas, otras no. Hay que tener cuidado, ahora que vamos bien no lo vayamos a estropear. Pero al final te tienes que mudar a otra tienda más grande, porque ya no cabe nada ni en la tienda ni en el almacén. Y está todo pagado. Y la gente viene todos los días a comprar.

Imagínate que cada vez hay más marcas que quieren tener sus cosas en tu tienda. Y claro, tú también quieres tenerlas, y te juegas tu pasta, la de tu hipoteca, y vas y compras. Imagínate el subidón que te pega cuando lo vendes.

Imagínate el día que contratas a alguien para que trabaje en tu tienda.

Imagínate que un día decides irte a Estados Unidos, te subes a un avión con mil escalas para que te salga más barato, y llegas allí, y hablas con las marcas, y son súper amables, y te venden, y en tu motel de mala muerte te partes de la risa de imaginarte esa marca en tu tienda.

Imagínate que tienes tanto curro que necesitas contratar a más gente. Y todos cobran la nómina, y tú también, y tienes un montón de clientes, muchos ya casi amigos, y te va fenomenal. Trabajas un huevo, pero te va bien. Gracias a toda la gente que ha confiado en ti sin conocerte hoy tienes una vida, un trabajo y un fututo. Y no sólo tienes futuro tú, sino también a la gente que trabaja contigo.

Imagínate que un día, sin que te des casi cuenta, cumples diez años con la tienda abierta. ¡Diez años, que se han pasado volando!

Iván y Vanessa Stringsfield

Quién se lo iba a imaginar.

Ahora estamos en otra crisis, todos estamos sufriendo por la situación y tenemos que resistir cómo sea. Si un día te asalta el miedo o la desesperación, imagínate la de cosas buenas que te pueden pasar… y quizá dentro de diez años puedas contarlo tú también.

 

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