Joey Gallo: El mafioso que no fue asesinado por «El Irlandés»

JOEY GALLO: EL MAFIOSO QUE NO FUE ASESINADO POR “EL IRLANDÉS”

Por Cisco Fran

El binomio Scorsese-Mafia ha dado grandes réditos, tanto comercial como artísticamente. Obras maestras como “Malas calles”, “Casino” o “Goodfellas” están ahí para confirmar tal afirmación. Para convertir este triunvirato en póker, Scorsese entrega una cinta que, desde su estreno y por derecho propio, entra ya a ser considerada un clásico. Se trata de “El irlandés”. Con un elenco irrepetible, Robert de Niro, Joe Pesci y Al Pacino en los papeles protagonistas, la película mezcla hechos reales y ficticios para  contarnos las vicisitudes del mafioso irlandés Frank Sheeran, supuestamente autor material del asesinato del líder sindical Jimmy Hoffa, asesinato que confesó en un libro autobiográfico y que nunca fue resuelto. Scorsese ha jugado con algunos elementos del libro de Charles Brandt, “I heard you paint houses, y los ha mezclado con ficción, siempre con una base real pero dando un valor de equidad a ficción y realidad. Las muertes de Joey Gallo y Jimmy Hoffa, nunca resueltas, se atribuyen al repartidor y sicario de la mafia Frank Sheeran “El irlandés”, protagonista absoluto de la historia. A pesar de haber confesado hasta veinticuatro asesinatos, quizás Sheeran no fuera tan fiero ni tan cruel como la película nos quiere contar.

            En la película se menciona el episodio de la muerte de Joey Gallo, un mafioso nacido en Red Hook, Brooklyn, que junto a sus hermanos Albert y Larry controló un pequeño imperio basado en la extorsión y las apuestas desde su cuartel general en el 51 de President Street. Pertenecientes a la familia Profaci, posteriormente Colombo, su caída en desgracia se produjo cuando secuestraron a parte de sus propios jefes y pidieron un rescate. Posteriormente, Gallo fue detenido y condenado a 10 años en la prisión de Attica por extorsión (el delito por el que la mayoría de los capos mafiosos son condenados). A su salida las cosas habían cambiado y “la famiglia” dejó de contar con él. Entonces Gallo empezó a frecuentar la compañía de gente de la farándula (actrices, actores, productores, comediantes…) y esto empezó a molestar a los capos que, visto que Joey “El Loco” Gallo no entendía que su posición en el escalafón ya no era la misma, decidieron acabar con su vida dando instrucciones para que lo liquidaran. Fue así como el 7 de abril de 1972, a las 4:30 de la madrugada, mientras cenaba con su familia en Umberto’s Clamhouse, una marisquería de Little Italy, celebrando su cumpleaños tras asistir a un show en un club nocturno, cuatro hombres entraron al local y acabaron con su vida. Cuentan las crónicas que a pesar de ser tiroteado logró tumbar la mesa y proteger a su familia, y que salió tambaleándose a la calle, donde finalmente murió. Bob Dylan escribió una gran canción sobre el personaje titulada “Joey”.

https://www.youtube.com/watch?v=p2T98AGG2Ss

            Está
muy claro, por los testimonios de los presentes aquella madrugada así como por los
de algunos miembros de la familia de Gallo, que fueron varios hombres y no uno
tan solo como propone la película de Scorsese los que acabaron con su vida. Entre
ellos, Philip Gambino y Carmine
DiBiase, junto a otros dos hombres. Es muy improbable que fuera Frank
Sheeran el autor material de los hechos, aún con esa incertidumbre sobre los
dos hombres sin identificar. Ninguno de los testigos mencionó nunca a “El
irlandés”.

            Umberto’s Clamhouse abrió en 1972 en el 129 de Mulberry Street, en Little Italy. Dirigido en la sombra, textual y metafóricamente por Matthew “Matty El Caballo” Ianniello (entró en prisión en 1986 y siguió dirigiendo el negocio desde la cárcel), Umberto’s fue un lugar donde muchos mafiosos se reunieron para, comida por medio, hablar de sus asuntos y cerrar sus transacciones ilegales.

            En
1987, decidí cenar allí. Dada mi filiación dylanita, la visita a Umberto’s era
obligada. Acompañado de mi novia y una amiga entramos en el restaurante. Mi
excitación iba en aumento a medida que imaginaba el momento del asesinato de
Gallo, según rezaba la canción de Dylan. Nada más entrar nos atendió un
“maître” grande como un caballo, cuya piel tostada y unas bolsas inmensas bajo
sus ojos le conferían un aire temible. Nos buscó una mesa y pedimos pescado
rebozado y cerveza. A nuestra derecha una pared llena de fotografías de
actores, cantantes, políticos y celebridades presidía el restaurante. Un poco
antes del postre fui al baño. Confirmé lo que sabía al respecto, la bajada
hasta los aseos del restaurante era una trampa mortal para cualquiera que
pudiera temer por su vida. Llena de rincones, puertas, cámaras frigoríficas y
cocineros con grandes cuchillos, uno podría haber desaparecido perfectamente
sin dejar rastro si a su cabeza se le hubiera puesto precio. De vuelta a la
mesa, y antes de pagar y salir del restaurante me acerqué al “maître” y le
pregunté:

  • ¿Hay en la pared alguna foto de Joey Gallo?
  • Gallo era un mafioso, un delincuente. – me dijo con un
    semblante hierático
  • Pensaba que como era cliente, quizá…
  • Tú en realidad lo que quieres saber es si hay una foto
    de Bob Dylan. – dijo muy serio

            Quedé paralizado, si saber qué decir. Afortunadamente, el “maître” no era “Matty El Caballo”, aunque por su aspecto podría haberlo sido. En esa fecha Matty llevaba algunos meses en prisión. El “maître” me hizo un gesto para que no me fuera aún y cuando volvió, me obsequió con un menú del local a modo de recuerdo. Salí a las calles de Little Italy impresionado, contento y feliz, tambaleándome un poco,. Esta vez no fueron las balas las causantes de esa vacilación, sino las cervezas Moretti que me ayudaron a pasar los gruesos trozos de bacalao rebozado de mi cena.

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